Leyendas Panteón de Belén – Enterrada viva
Conoce una de las muchas Leyendas del Panteón de Belén, aprovechando la temporada octubre – noviembre, la leyenda de “Enterrada viva”.
La ira, la avaricia y la soberbia son tres de los pecados capitales que han orillado a los más aterradores crímenes en la sociedad. También son tres motivos para que sus hijos le dieran la muerte. Esta es la leyenda de Victoriana Hurtado.
El matrimonio Hurtado, después de años de casados y sus múltiples intentos por tener hijos, vieron culminado si anhelo al tener una niña a la que bautizaron con el nombre de Victoriana.
Sus padres por ser personas mayores, tenían la gran preocupación de dejarla sola y desamparada. Así que su padre, hombre rico, decidió seguir la tradición del siglo XIX, comprometiéndola en matrimonio a escasos días de nacida con un hombre también de familia acomodada de 23 años.
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Victoriana creció en un hogar lleno de armonía y sus padres la complacían en todo. A sus 12 años, y convertida en una adolescente, su padre la obligo a cumplir con la promesa de matrimonio, siendo desposada con su prometido de 35 años.
A los 15 años Victoriana ya era madre de 3 varones, su esposo se dedicaba a su trabajo y a otros placeres de la vida, pero nunca presto atención a los problemas de su esposa.
Con una vida triste y sola, al poco tiempo de nacer su tercer hijo, queda totalmente sola debido a la muerte de sus padres. Toda su fortuna pasa a sus manos como única heredera.
Su esposo lleno de ambición y egoísmo dejo de trabajar para dedicarse a derrochar el dinero de sus suegros en mujeres y alcohol. Sin embargo, el gusto le duro muy poco, pues a escasos meses de recibir la cuantiosa herencia muere también, convirtiendo a Victoriana en una de las mujeres más ricas del estado de Jalisco.
Una mujer joven, rica y sola eran las características de Victoriana, pero tenía además la desgracia de que en sus hijos creció la ambición desmedida.
Un día Victoriana enfermó y sus hijos la creyeron muerta, pues al paso de las horas no volvía en sí. Con su madre tendida en la cama, los tres hermanos festejaban su muerte, cuando de pronto… Victoriana despertó.
Sus hijos molestos no podían creer la mala jugada de la vida al hacer que su madre reviviera. Los años siguientes fueron una agonía, comentarios hirientes que si no la habían matado físicamente, si la habían herido de una forma sutil, moral y emocionalmente Victoriana estaba muerta.
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La sola idea de morir en manos de sus hijos por dinero le causaba una profunda decepción que la derrumbo moralmente. Se cuidaba de lo que bebía o comía y no confiaba en nada ni nadie. Tal desilusión la llevo a sufrir nuevamente la rara enfermedad: ataques de catalepsia.
En Agosto de 1894 sufrió otro ataque de esta enfermedad, pero sus hijos, temerosos de que despertara nuevamente, no hicieron un funeral, la llevaron esa misma noche al panteón y, desesperadamente, con sus propias manos cavaron un profundo hoyo donde sepultaron a su madre.
Al día siguiente, ansiosos, con voz temblorosa, pero felices, se pusieron en contacto con el abogado para exigir la herencia que había causado tanto dolor y sufrimiento a su madre. Pero los trámites legales retrasaron unos días la lectura del testamento.
La luna estaba resplandeciente, el viento soplaba con gran fuerza prediciendo una desgracia y el silencio conforme pasaban las horas se volvía profundo, desolador. La fría noche era testigo der un grito aterrador, y el cuidador salió despavorido para dar auxilio, y cuando se dio cuenta que provenía de una tumba, desesperadamente trato de cavar pero ya era tarde, solo alcanzo a ver una mano ensangrentada.
Esta vez Victoriana estaba muerta, víctima de la asfixia, la avaricia, la ira y la soberbia de sus 3 hijos. Al dar lectura a su testamento, los hijos descubren que su madre los deshereda por tratar de matarla o enterrarla viva.
Pidió que toda su fortuna, que tanto daño le causo en vida, fuera repartida entre los pobres, los enfermos, y también como última petición, rogaba a Dios que el corazón de sus hijos se convirtiera en piedra.
Cuenta la leyenda que cada uno de sus hijos murió por problemas de corazón, y el día que falleció el último de ellos, nuevamente apareció en la tumba de Victoriana la mano ensangrentada, como señal de que Dios escucho su petición. En la actualidad se dice que la gente que se acerca a su tumba y le ora buscando solución a sus problemas familiares, Victoriana intercede por ellos para que logren la armonía familiar.
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